EXPANSIÓN 17/03/06
Edurne Uriarte
La imagen de la vicepresidenta
Por mucho que se empeñe el poderoso feminismo oficial, no hay justificación para ese espectáculo que montaron las diputadas de IU y PSOE por el supuesto comentario machista de Zaplana. Las mismas que rieron las gracias a la vicepresidenta cuando ésta ridiculizó la indumentaria de Ángel Acebes estallaron en indignación selectiva cuando la puya les tocó a ellas. Es parte de un sectarismo feminista que no sólo ve fantasmas machistas por todas partes sino que ha llegado a creerse que es la izquierda la única que respeta la igualdad de las mujeres. Pero hay otro asunto que surgió en la réplica de la vicepresidenta que es igual de importante, el de la demagogia del Gobierno con sus políticas sociales. Y con la exterior, y con la de defensa, pero eso da para varias columnas más.
El mismo día en que esta misma vicepresidenta articulaba todo tipo de medidas represivas para impedir la llegada de africanos desesperados desde las costas de Mauritania replicaba a Eduardo Zaplana que ella está muy orgullosa de su imagen. Que su imagen es la de la solidaridad con las mujeres africanas que luchan contra el hambre y la enfermedad, no la de las Azores. Y que ella prefiere la política exterior que prioriza África y sus mujeres y no la que nos llevó a una guerra inmoral e injusta.Estaría de acuerdo con los más positivos en admitir que esto es, al menos, un mero problema de demagogia y no de políticas reales. Porque si hubiera algo de verdad en esas declaraciones, o si existiera alguna diferencia significativa en las políticas sociales o en el tratamiento de la pobreza de PSOE y PP, es posible que el Gobierno español no hubiera movido un solo dedo para frenar la avalancha de inmigrantes, ahora desde Mauritania, y antes desde Marruecos. Y si también fuera verdad lo que dijo unas horas antes el ministro Moratinos, que su prioridad es la pobreza y no la inmigración, es posible que España hubiera abierto ya sus puertas a los millones de africanos pobres que nos suplican la entrada. Pero la verdad y la realidad, muy diferente de la imagen que la vicepresidenta pretendía con el famoso baile de Maputo, es que las medidas ordenadas por Fernández de la Vega son nuevas versiones de la valla de Melilla en forma de patrulleras de vigilancia, nuevos controles policiales, en Mauritania y Canarias, y nuevos convenios de repatriación de los inmigrantes ilegales. Es la única política posible, porque hasta el Gobierno sabe que cualquier otra opción pondría en serio peligro el bienestar y la estabilidad de nuestro país. Por eso practica la misma política que el resto del centro-derecha y centro-izquierda europeos. Pero luego la disfraza hipócritamente de extrema izquierda o de solidaridad universal.
viernes, 17 de marzo de 2006
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