Expansión 28/04/06
DAVID MATHIESON
Querido Iñaki Gabilondo
Seguí con atención su entrevista a Bashar El Assad, presidente de Siria. Fue muy interesante. Pero fue más interesante por las cosas de las que no hablaron que por los temas de los que trataron. Déjeme explicarme:
Le preguntó por la implicación siria en el asesinato del antiguo primer ministro libanés, Rafia Hariri. Naturalmente, Bashar desmintió cualquier posible relación y, dado que no hay pruebas de lo contrario, tendremos que creer en su inocencia. Pero, ¿por qué no le preguntó por qué la presunción de inocencia no rige en Siria? La ausencia de pruebas no suele ser un problema a la hora de encarcelar –o ejecutar– a gente en Damasco.
Puede que no haya pruebas acerca de que Bashad estuviese involucrado en el asesinato de Hariri, pero sí sabemos que el régimen de El Assad ha sido responsable de algunos de los más terribles abusos contra los Derechos Humanos en Siria: ¿Libertad de expresión? ¿Libertad de asociación? ¿Juicios libres y justos? ¿Democracia? Olvídelo.
Le preguntó a Bashar acerca de la enorme comunidad de expatriados sirios que viven en Latinoamérica; pero esperaba que le preguntase cuántos de ellos son refugiados políticos. No es de extrañar que tantos sirios vivan en el extranjero con un régimen tan represivo en su propio país. ¿Cuántos de ellos tienen demasiado miedo para volver o, simplemente, no pueden? Como español, debería entender incluso mejor que yo por qué algunos tienen que vivir exiliados.
Déjeme ponerle tan sólo un ejemplo: tras años de presión internacional, al escritor y periodista sirio Nizar Nayouf se le permitió salir de prisión para recibir atención hospitalaria en París. Se le torturó tanto que, en su juicio, no era capaz de caminar. Nayouf cuenta que unos de los instrumentos de tortura usados por el Gobierno de su entrevistado es el al-kursi al-alam, una silla con partes móviles que doblan hacia atrás la espina dorsal del ocupante (parece ser que la adquirieron de almacenes nazis tras la Segunda Guerra Mundial).
Preguntó a Bashar acerca del Diálogo de Civilizaciones, pero hubiera sido interesante saber cuándo Bashar piensa dialogar con su propio pueblo. Seguro que hubiera merecido la pena preguntarlo.
Por desgracia, su silencio de anoche y la reluctancia a preguntar sobre esos temas es un fallo compartido por muchos de nosotros en Europa y, me duele decirlo, por muchos de los que nos adscribimos a la izquierda progresista. ¿Debemos criticar a Bush, Guantánamo, Abu Grahib y los vuelos de la CIA (a veces, hacia Siria)? Desde luego; esas cosas manchan a la humanidad y a la reputación de los países civilizados. Pero también tenemos la responsabilidad de centrarnos y exigir respuestas de gobiernos aún peores. Hay mucha gente que intenta entrar en EEUU: y huye de países como Siria.
Anoche tuvo la oportunidad privilegiada de preguntar al líder de uno de los regímenes más represivos del mundo acerca de temas que los sirios normales no se atreven a mencionar. Lamento que no la aprovechara.
viernes, 28 de abril de 2006
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