sábado, 29 de abril de 2006

Nucleares

Expansión 29/04/06

Iñaki Garay
"Chernobil no fue nunca un argumento válido para acabar con la energía nuclear, sino la prueba más evidente de que era necesario acabar con el totalitarismo comunista."

Nucleares
Veinte años después del accidente de la central nuclear de Chernobil, en España se va a cerrar la primera central nuclear, la de Zorita, en Guadalajara, y el mundo se precipita, si no lo está ya, hacia una nueva crisis del petróleo.
Con un un barril por encima de los setenta dólares, con problemas estructurales como la creciente demanda, impulsada por países como China e India, que presiona el precio al alza, y con problemas coyunturales (esperemos que no se enquisten eternamente), como la amenaza de un conflicto en Irán o los enfrentamientos en el golfo del Níger, son pocos los que a estas alturas dudan de que el precio de ese aceite mineral del que tanto dependemos no va a dejar de apretar nuestos bolsillos por el resto de los tiempos. El cierre de Zorita no tenía marcha atrás, pero, pronto, el Gobierno tendrá que decir qué hace con el resto de las centrales nucleares que hay en España. Ésta es ahora mismo la gran cuestión energética que está planteada en este país. Y estoy plenamente convencido de que el Gobierno socialista ampliará la vida de las centrales nucleares que hay en España y, si la oposición es responsable, el PP le apoyará. En principio, la próxima central nuclear en cerrar, por edad, debe ser la de Santa María de Garoña, cuyo permiso de funcionamiento vence en 2009. Sin embargo, en unos pocos meses, el Gobierno tendrá que mojarse y dirá si lo renueva o no. Se admiten apuestas, pero, en un país que importa alrededor del 80% de la energía que consume, nadie le va a poner fecha de caducidad a unas instalaciones que funcionan perfectamente y que son una de las pocas opciones que tiene el Gobierno para garantizar el suministro.Seguramente, y con toda lógica, obligarán a las empresas a realizar algunas pertinentes inversiones para tener aún mayores garantías de seguridad, y para hacer más digerible la decisión ante la opinión pública. Y la opinión pública, cuando está bien informada, sabe que en estos momentos no hay otra opción. Puede perdonarle al Gobierno ese pequeño pecado nuclear. Lo que no perdonaría sería los apagones continuos o el precio desorbitado. Otra historia será tomar la decisión en su momento sobre la construcción de nuevas plantas nucleares. Si no hay un milagro tecnológico, creo que el Gobierno que esté en el poder en ese momento tampocó dudará. Pero eso no será mañana. Chernobil no fue nunca un argumento válido para acabar con la energía nuclear, sino la prueba más evidente de que era necesario acabar con el totalitarismo comunista.

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