martes, 14 de noviembre de 2006

El proyecto liberal de España

La Gaceta de los Negocios 14/11/06

"No existe progreso sin una aportación a todo aquel conjunto que nos hace progresar"
Antxón Sarasqueta

El proyecto liberal de España
JOSÉ Luís Rodriguez Zapatero no ha ocultado nunca su visión bipolar de la política y de España (todo se reduce a su visión de las dos Españas enfrentadas: derecha-izquierda). A partir de ahí todo lo que hace se entiende. Porque es una visión anti-globalización que choca con la realidad. Esta realidad es global, y por tanto el liderazgo de una nación que se reduce al choque entre dos polos, destruye el sistema que tiene que gobernar al conjunto. Lo condena a la involución.

La imagen más visible y actual es la de unos terroristas y separatistas que imponen su doctrina. Acabamos de oír cómo uno de los portavoces de ETA-Batasuna le dice al presidente del Gobierno y al PSOE que rompan con la Constitución y con las leyes y que pacten con ellos. Lo cual es lógico, porque son la expresión más radical de la antiglobalización y los movimientos antisistema. Le han dicho a Zapatero que si quiere seguir negociando con ellos tiene que “liberarse de la legalidad, de la Constitución y de todas esas zarandajas”. Su objetivo es derribar el sistema.

Lo que para los que defienden el sistema de democracia liberal es tan sagrado, como la Constitución y las leyes, para los terroristas y la izquierda radical son “zarandajas”.

Resulta también lógico escuchar a los sindicatos policiales catalanes sorprenderse porque en el nuevo Gobierno autonómico de Cataluña se pone al frente de la seguridad a quien siempre se ha manifestado a favor de los movimientos anti-sistema. De igual forma que resulta lógica la imagen de un Gobierno de España que ha tenido que suspender una cumbre de ministros de la Unión Europea porque no está dispuesto a enfrentarse a los movimientos anti-sistema y garantizar la seguridad del evento. Son escenas diarias del mismo proceso de involución. Zapatero es un ejemplo de anti-globalización y es algo que todos los líderes tienen que tener muy presente. Especialmente quienes defienden un proyecto liberal de España. Defender un proyecto liberal de España y al mismo tiempo defender la autonomía como un todo frente al Estado es una contradicción. Lo mismo cabe decir de los ayuntamientos o de cualquier otro poder del Estado.

El proyecto liberal es el de una España global y por tanto con potencial de liderazgo y de progreso. Porque conecta con las corrientes modernizadoras y competitivas. Se trata de una España que no choca con la realidad ni entre sus propios poderes, sino que se refuerzan unos a otros. Una España que fortalece su capacidad como nación, como sociedad, y como poderes autonómicos y municipales.

Dicen algunos líderes políticos regionales y municipales para justificar sus posiciones, que su papel es “defender lo suyo”. La expresión lo dice todo. Hacen de lo suyo algo opuesto al conjunto del que forman parte. Como si defender lo suyo no exigiera defender el conjunto del que forman parte. En España empiezan a abundar los casos. Con su nuevo estatus en Cataluña han conseguido mas dinero del Estado a costa de otras autonomías. ¿Ha potenciado eso las expectativas de Cataluña y del resto de España? Al contrario, han crecido las tensiones políticas, han aumentado las desinversiones y la fuga de empresas, y los propios empresarios catalanes piden moderación al nuevo Gobierno de la izquierda radical (no se pide moderación al que se sabe que es moderado, sino al que se teme por radical).

Pero lo mismo se puede decir de la guerra del agua entre comunidades, o de la educación. Son fuerzas centrípetas hacia lo más local —y paleto— en rechazo de una realidad global. En su visión radical de las cosas Zapatero desarrolló una política de inmigración en contra del conjunto de la Unión Europea y de las propias comunidades autónomas.

El resultado ha sido un caos y un desastre para todos. Las comunidades autonómicas enfrentadas, y los gobiernos europeos desentendiéndose de la crisis provocada por el gobierno socialista.

Ningún líder político que defienda una democracia liberal y tenga una visión de futuro (que será más global cada día) puede caer en la contradicción de ofrecer eficacia y desarrollo a costa de perjudicar al conjunto del que forma parte. La realidad es la inversa. No hay progreso sin una aportación al conjunto que nos hace progresar.

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