La Gaceta de los Negocios 06/06/06
Antxón Sarasqueta
Zapatero es muy predecible
Políticamente el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es muy predecible: siempre camina en la misma dirección. El líder socialista carece de complejidad y sofisticación en su pensamiento. Es simple, lineal y cerrado. Como todos los políticos de la izquierda radical. Desde el principio de su liderazgo apuntó a la izquierda radical y no ha tenido otro eje de conducta. ¿Por qué sorprenderse entonces?
¿A quién sorprende que Zapatero y su partido dialoguen y acuerden con la banda terrorista ETA-Batasuna como han anunciado, y persigan al mismo tiempo al Partido Popular? Basta repasar la trayectoria de Zapatero al frente del PSOE para comprobar que al margen de tácticas coyunturales, ha seguido su objetivo de cambiar el régimen político e implantar un sistema de izquierdas radical. A través de un proceso de suplantación lo menos traumático e indoloro posible. Cambiando las reglas, las leyes, las alianzas nacionales e internacionales…
La diferencia entre el debate del estado de la Nación del pasado martes y el debate de hoy mismo en las Cortes es que hoy todas las cartas están boca arriba, y hace una semana Zapatero todavía se guardaba alguna. Ahora todo el mundo las puede ver. El presidente ha reconocido como interlocutores políticos a los terroristas, sin que éstos dejen las armas ni su actividad amenazante, y desde el PSOE ya se viene anunciando que serán legalizados.
El PP por su parte ha dejado muy claro que estará enfrente. No ha caído en la trampa ni en las presiones de quienes quieren que haya una oposición formal, pero poco efectiva. Se lo dijeron ayer en sendas intervenciones el líder del PP, Mariano Rajoy, y su secretario general, Ángel Acebes: “El proyecto de Zapatero es el proyecto de ETA”.
La diferencia entre lo predecible y la confirmación por los propios eventos de lo predicho no es sólo de tiempo, sino especialmente de percepción. Aunque se vea venir una conducta o forma de proceder, hay muchos —la mayoría— que prefieren seguir ciegos. “No creo que se atreva a tanto”, suelen decir para tranquilizar sus conciencias y evitar actitudes comprometedoras. Pues bien, Zapatero se atreve, y las cosas suceden.
Es la hora en que los ciegos políticamente empiezan a ver, sin necesidad de que se produzcan milagros. Y en consecuencia es también la hora en la que los iluminados empiezan a perder suelo. Zapatero ha entrado en el espacio en el que le aplauden los terroristas. “Vamos ganando”, clama Otegi. Y ha salido del espacio del mundo democrático. “Se ha producido un retroceso en términos democráticos”, le acusa directamente desde las propias filas socialistas, Rosa Díez.
¿Qué es lo siguiente? Zapatero ha entrado en el círculo infernal. Siente que su futuro y el de su proyecto de un nuevo régimen antiliberal depende de sus pactos con los terroristas, y eso acelera su estrategia deslegitimizadora de la oposición democrática y de todo aquel que se oponga a sus objetivos. Ha empezado a hacer lo propio de un político de la izquierda radical: envolverse en una bandera pacifista para justificar una eventual alianza con los terroristas.
“No voy a consentir que nadie cuestione la mejor oportunidad para la paz”, dijo Zapatero el otro día. Quien hasta hace poco vendía buen talante y diálogo dice que ya no va a consentir.
Si los socialistas han acusado al PP de utilizar su oposición al Estatuto “contra Cataluña”, también dicen que la oposición al diálogo con los terroristas es “un obstáculo contra la paz”. Son discursos genuinamente totalitarios y por tanto despreciables. La misma idea de vender como un proceso de paz lo que en la práctica supone ceder a las exigencia de la banda terrorista, produce rechazo.
Hay quien piensa que este “argumento electoral” puede concitar el apoyo de la mayoría de los electores. Dando así por supuesto —está implícito en el razonamiento— que la sociedad española prefiere rendirse a los terroristas, antes que defender la democracia y todo lo que representa como modelo de vida, libertades y bienestar. Mi opinión es muy distinta. Cuanto más radical es el proyecto, mayor es el rechazo al mismo.
martes, 6 de junio de 2006
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